Nace en Las Palmas de Gran Canaria, no antes de que su madre diera a luz. Cuando febrero es revuelto, marzo ventoso y abril lluvioso, sacan a mayo florido y hermoso, vi una noche corta - ¡demasiado corta! - naciendo en una mañana de mayo, la mejor del año.Si hubiera nacido un par de años antes hubiera salido del vientre materno a manos de la partera del pueblo, pero las inversiones sanitarias públicas llegaron a tiempo y evitaron que viera la luz de esa manera. Eso de ver la luz tampoco es del todo cierto. Hubiera sido panadero si las profesiones se pudieran determinar por la hora de nacimiento. Aunque casi acierta, ya que en casa, sin ser panadero nadie, siempre se ha preferido levantarse antes que el sol y no con el canto del gallo, que, dicho sea de paso, siempre llega tarde.
Hoy en día, con el paso de los años, permanece inquebrantable el vicio adquirido de las tradiciones familiares, bendita fortuna. Por tanto, se puede dilucidar que su nacimiento se produjo en una hora intempestiva. Según su madre hubiera sido cantante. No lo adivinó con el primer impulso al exterior, nada más salir del vientre materno. No lo adivinó cuando sus cuerdas vocales irrumpieron en la sala provocando el llanto. No lo adivinó en su primer canto. Ese acto reflejo trascendió más allá del paritorio y del puerperio, más allá de sus estimulos, allí donde el tiempo comienza a desvelar los interrogantes no resueltos, allí donde el destino decide si determinadas situaciones se quedan como simples anécdotas o son premoniciones de lo que posteriormente acontece, allí donde descubrimos que todo tiene sentido. Allí, en ese momento, fue cuando sus recitales y sus serenatas comenzaron a sonar. Fue entonces cuando su madre, años más tarde le recordara:
"Tus actuaciones no cesaban, a pulmón abierto, con constancia y esmero te esforzabas hasta que lograbas conseguir aquello por lo que luchabas. Mi niño, tu hubieras sido cantante. "
Y mucho no se equivocó, las madres son así, saben hasta lo que seremos. Sin apenas indicios en la familia de tradición musical -quizás algunos acordes de guitarra en parrandas de pueblo- lo cierto ha sido, que el destino le aguardó con notas musicales. La familia, los estudios y el trabajo fueron marcando las pautas de sus inicios profesionales. La tabla de multiplicar fue el trampolín de su carrera profesional. Los números fueron tarea fácil. Las letras fueron inseparables.
El camino fue ofreciendo amigos incondicionales. En los derroteros descubrió la belleza de la música, la emoción del sonido creado, inexplicable sentimiento de los sentidos liberados, el vivir apasionado. También la incomprensión durmió, duerme y dormirá noches - el número del jefe con pensamiento del artista, el compromiso del altruista con el eximido, la verdad con la mentira, la paciencia con la estridencia. Sin saber lo que le depara, no aferrado a ninguna verdad absoluta, sin prisas, comprometido, vivendo cada momento como último, el camino sigue forjando su destino.
Si las etiquetas yacieran en el suelo veríamos lo que somos.